Por un país libre

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La Libertad cuesta muy cara, y es necesario, o resignarse a vivir sin ella, o decidirse a pagarla por su precio - José Martí.

martes, 31 de mayo de 2016

El sector informal de la República Dominicana crece 41.5% en doce años


Fuente: http://www.diariolibre.com/economia/economia-personal/el-sector-informal-de-la-repblica-dominicana-crece-41-5-en-doce-aos-KFDL589641#.V02xbzbmBJA.facebook


SANTO DOMINGO. El sector informal dominicano creció en 41.5% entre el 2000 y el 2012, más del doble del logrado por el sector formal, que en el mismo período registró un crecimiento de 19.8%, según reveló una investigación del Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP). El estudio "Impacto del Sector Informal en la Economía Dominicana" indica que mientras el empleo en el sector público ha crecido 98.6% entre 2000 y 2012, el empleo formal en el sector privado apenas creció un 4.1%, en un período en que la Población Económicamente Activa (PEA) aumentó un 32.5%. Entre 2000 y 2012, los empleados activos del sector público pasaron de 271,000 a 506,000 (crecimiento de 86.5%), mientras que los pensionados aumentaron de 60,000 a 151,000 (incremento de 153.8%). Según la investigación, en esos 12 años, el sector informal alcanzó los 2.3 millones de empleos mientras el formal llegó a 1.7 millones. La Encuesta Nacional de la Fuerza de Trabajo del 2012 indica que el 57.1% de los empleos en el país son informales, mientras el 43% son formales. En ese período se crearon 667,785 empleos informales. Por tal motivo, el estudio indica que "el mercado laboral informal ha sido de vital importancia para la creación de empleos y el sostenimiento de la actividad económica en el país". En cuanto a los salarios, el 86% de los propietarios de empresas consultados expresaron que pagaban RD$10,000 o menos a sus trabajadores, mientras 10.8% pagaba entre RD$10,000 y RD$15,000, y sólo 2.5% ofrecía más de RD$15,000.
Biografia de Ulises Heureaux (Lilis)

Fuente:  https://www.youtube.com/watch?v=YW6HaKUhRBk


domingo, 29 de mayo de 2016

El tollo electoral logra unir tardíamente a la oposición

Análisis de Juan Bolívar Díaz

Por Juan Bolívar Díaz. 29 de mayo de 2016 - 8:00 am -  15
La concertación que muestran ahora seis de los candidatos que encarnaron la oposición en el proceso electoral les hubiese permitido un mejor resultado exigiendo límites al abuso del poder estatal y a la parcialidad de la Junta Central Electoral
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Muy tarde vinieron a convencerse los líderes de la oposición política de que separados no tenían la menor oportunidad de enfrentar con éxito la maquinaria de poder del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y los abusos del Estado y del arbitraje que caracterizaron el proceso electoral recién concluido.
Antes que su diversidad y los personalismos los dispersen, los seis excandidatos presidenciales que cuestionan la legitimidad de unos comicios afectados por un grave tollo organizativo, deberían concentrar esfuerzo en exigir una profunda reforma política que inicie el rescate de la institucionalidad democrática 
El gran tollo electoral
Así como está claro que la mayoría de la población que votó el 15 de mayo se inclinó por la reelección del presidente Danilo Medina, también quedaron a la vista de todos los abusos del poder del Estado, la parcialidad política de los órganos electorales, la extrema desigualdad del financiamiento y el enorme tollo organizativo en que devino la votación y su escrutinio.
Desorden e irregularidades en las elecciones
En las mayores jurisdicciones, como el Distrito Nacional y la provincia Santo Domingo, que concentran casi la tercera parte de los electores, el desorden fue tan grande, que las juntas electorales han necesitado dos semanas para concluir el cómputo que tantas veces la JCE prometió que daría la misma noche de la votación. Y para terminar han tenido que anular los resultados en casi 500 colegios electorales, sobre todo en los niveles congresual y municipal, donde abundaron las incoherencias e inconsistencias del escrutinio, con indicios de manipulaciones y fraudes. Las irregularidades han quedado patentes en decenas de actas, de variedad tan amplia que requiere mucho espacio sintetizarlas.
Ya el sábado 21 una resolución de la Junta Electoral del DN anuló 153 colegios electorales, 139 “por no haber recibido sus resultados” y 14 “cuyas relaciones de votación fueron recibidas en blanco”. El miércoles 25, la Junta de Santo Domingo Oeste anuló las votaciones en 147 colegios; en 69 en la boleta C-1 para los diputados, 38 para todo el nivel congresual, 16 en el municipal y 14 en el congresual. Más enredada aparecía la situación en Santo Domingo Este todavía al caer el viernes 27, con candidatos a alcalde en huelga de hambre reclamando nueva votación, mientras la Junta consideraba anular la cuarta parte de sus 1,375 colegios, mayoritariamente en los niveles congresual y preferencial de los diputados. En Santo Domingo Norte trataban de enmendar la situación de 157 colegios donde no se computó el nivel congresual, especialmente los diputados. En el DN y provincia Santo Domingo las irregularidades habrían afectado más del 10% de sus 5 mil 90 colegios, anulando parcial o totalmente el voto de más de 150 mil electores.   
No reconocen legitimidad
Los candidatos presidenciales Luis Abinader, Guillermo Moreno, Elías Wessin Chávez, Pelegrín Castillo, Minou Tavárez Mirabal y Soraya Aquino persistieron esta semana en negar legitimidad a los resultados electorales, amparados en las múltiples irregularidades y el colapso de la automatización, señalando numerosas violaciones a los procedimientos acordados para el escrutinio. 
Citan los informes de las misiones de observadores de la OEA y la Unión interamericana de Organismos Electorales que certifican el colapso de la automatización y graves irregularidades. El PRM presentó un expediente que denominó “Evidencias de un Fraude Electoral”, que no logra demostrar, aunque sí irregularidades. Insistió en una revisión total del escrutinio, y de los votos anulados, con recursos ante las juntas electorales que llevarían hasta el Tribunal Superior Electoral, aunque con escasas expectativas, al c Esta semana el presidente de la Junta Electoral de Santiago, Haime Thomas Frías, acusó a los partidos de “prostituir el proceso electoral”, y dijo que muchos delegados abandonaron los colegios, que se vendieron (o los compraron) y que caciques locales presionaron las juntas electorales. Como el senador electo por Valverde Mao, a quien un video muestra insultando y tratando de agredir a los dirigentes de una junta municipal,  Empezó perdiendo pero terminó ganando por 541 votos, 0.72 por ciento.
Alta abstención y nulidad
La abstención nacional, del 31 por ciento en la boleta presidencial, superó en dos puntos la del 2012, aunque se esperaba una reducción por efecto de la nueva cedulación que debió depurar el padrón de electores. En las grandes urbes la abstención fue más elevada, registrándose 37 por ciento en la provincia Santo Domingo, 36 en Santiago y 35 en el DN. Los votos nulos alcanzan al 6.13 por ciento, 5.53 y 4.42 respectivamente, sin incluir los derivados de la anulación de colegios completos. 
A nivel nacional en la boleta A se computaron 103 mil votos nulos cuando faltaban 204 colegios, más del triple de los 30 mil registrados en el 2012. Las boletas congresuales anuladas podrían pasar de 300 mil, 54 mil 269 sólo en la provincia Santo Domingo, sin los colegios anulados por completo. El boletín 13 de la JCE, emitido la madrugada del viernes ignoraba los cientos de colegios anulados, pues consignaba el cómputo del 99.18 por ciento en el nivel más afectado, el congresual. 
Danilo Medina se alzó con mayor poder en estas elecciones
Tan altas nulidades indican grave fallo en la preparación del personal, y la instrucción a los electores, así como en la programación, y en la abstención habría influido  el retraso de dos y tres horas en el inicio de la votación. 
Ese 62 % de Danilo
Más tarde o más temprano los candidatos de  oposición tendrán que rendirse ante ese 62 por ciento que se anotó en las urnas el presidente Medina, que no está libre de ilegitimidades, como el abuso del Estado, desbordamiento del déficit fiscal,  enorme derroche publicitario pagado del presupuesto, casi todos los funcionarios altos y medios en su campaña, con evidentes recursos estatales,  mismos que se utilizaron también para comprar legisladores y dirigentes políticos para posibilitar la reelección. 
Sin embargo, la diferencia es demasiado grande para que pueda ser desconocida. Todos los opositores debieron juntarse desde que los abusos del Estado quedaron evidentes, y haberse presentado al Palacio Nacional a exigir equidad y respeto a la competitividad democrática e independencia de los organismos electorales. Pero evadieron la menor concertación, se perdieron en disputas de candidaturas, y hasta el 6 de abril Abinader expresaba confianza en la JCE, que ya Roberto Rosario la había reducido a unipersonal.
En marzo se inició una concertación que llegó a contar con dos documentos. El primero titulado “Ante el abuso del poder, la oposición unida reclama elecciones democráticas, libres y equitativas”, con cuatro emplazamientos al gobierno y varios a la JCE, con el compromiso de apelar a la sociedad y a la movilización popular. El otro era un acuerdo para defender cada voto en las urnas, pero tras dos reuniones de los 7 candidatos opositores, el intento fracasó, como consignó El Tema de Hoy del 10 de abril. Varios seguían creyendo que la concertación sólo beneficiaba al PRM y éste, tras su pacto con el Partido Reformista se refugió en posiciones monservadoras y de prudencia, con las cuales no podía enfrentar al PLD-Estado.
Exigir reformas inmediatas
Se duda que los seis candidatos de oposición y los partidos que los respaldan puedan mantenerse unidos mucho tiempo desconociendo el resultado electoral, y el PLD y el gobierno trabajarán para disolverlos. Fracasarían si creen que tienen fuerza para revertir los resultados, ni siquiera en niveles locales, dada la parcialidad de los órganos electorales.
En cambio, podrían apelar a la sociedad para exigir un compromiso de reformas políticas y electorales con calendario inmediato, que eviten futuros atropellos de un PLD triunfante que no tiene razón para renunciar a los efectivos métodos que ha implementado para mantenerse en el poder. Importantes sectores están convencidos de que la gobernabilidad y la institucionalidad democrática demandan serias reformas, no promesas para incumplir, como ha ocurrido múltiples veces con la ley de partidos y la del régimen electoral. La última fue un pacto firmado en la Universidad Madre y Maestra por Danilo Medina y otros candidatos en marzo del 2012, “para aprobarlas ese mismo año.” 
Además de esas leyes fundamentales, se impone la revisión financiamiento político público y privado, para hacerlo más equitativo, mayor democratización de las elecciones, y bloquear nuevas modificaciones reeleccionistas coyunturales.
Un aspecto indispensable sería la despolitización de la JCE y el Tribunal Superior Electoral, escogiendo nuevos titulares por consenso, sin reparto partidista, por méritos profesionales y éticos. Criterio que debería pactarse también para la Cámara de Cuentas, el Tribunal Constitucional y hasta el Consejo Nacional de la Magistratura y la Suprema Corte de Justicia. 
Los opositores tienen la oportunidad de abanderarse con esas reformas antes de que se disuelva su  atrasada concertación. Podrían acreditarse la reivindicación de la institucionalidad democrática y electoral, que quedan en serio retroceso tras este inequitativo y abusivo tollo electoral.-    
Fuente: http://acento.com.do/2016/politica/8352716-tollo-electoral-logra-unir-tardiamente-la-oposicion-analisis-juan-bolivar-diaz/
CARTA DE JUAN BOSCH SOBRE LOS HAITIANOS, LA HABANA 1943

La Habana,
14 de junio de 1943.
Mis queridos Emilio Rodríguez Demorizi,
Héctor Incháustegui y Ramón Marrero Aristy:

USTEDES SE VAN MAÑANA, creo, y antes de que vuelvan al país quiero escribirles unas líneas que acaso sean las últimas que produzca sobre el caso dominicano como dominicano. No digo que algún día no vuelva al tema, pero lo haré ya a tanta distancia mental y psicológica de mi patria nativa como pudiera hacerlo un señor de Alaska.

En primer lugar, gracias por la leve compañía con que me han regalado hoy; la agradezco como hombre preocupado por el comercio de las ideas, jamás porque ella me haya producido esa indescriptible emoción que se siente cuando en voz, en el tono, en las palabras de un amigo que ha dejado de verse por mucho tiempo se advierten los recuerdos de un sitio en que uno fue feliz. Acaso para mi dicha, nunca fui feliz en la República Dominicana, ni como ser humano ni como escritor ni como ciudadano; en cambio sufrí enormemente en todas esas condiciones.

Hoy también he sufrido…Pues de mi reunión con Uds. he sacado una conclusión dolorosa, y es ésta: la tragedia de mi país ha calado mucho más allá de donde era posible concebir: La dictadura ha llegado a conformar una base ideológica que ya parece natural en el aire dominicano y que costará enormemente vencer; si es que puede vencerse alguna vez. No me refiero a hechos concretos relacionados con determinada persona; no hablo de que los dominicanos se sientan más o menos identificados con Trujillo, que defiendan o ataquen su régimen, que mantengan tal o cual idea sobre el suceso limitado de la situación política actual en Santo Domingo; no, mis amigos queridos: hablo de una transformación de la mentalidad nacional que es en realidad incompatible con aquellos principios de convivencia humana en los cuales los hombres y los pueblos han creído con firme fe durante las épocas mejores del mundo, por los que los guías del género humano han padecido y muerto, han sufrido y se han sacrificado. Me refiero a la actitud mental y moral de Uds. – y por tanto de la mejor parte de mi pueblo – frente a un caso que a todos nos toca: el haitiano.

Antes de seguir desearía recordar a Uds. que hay una obra mía, diseminada por todo nuestro ámbito, que ha sido escrita, forjada al solo estimulo de mi amor por el pueblo dominicano. Me refiero a mis cuentos. Ni el deseo de ganar dinero ni el de obtener con ellos un renombre que me permitiera ganar algún día una posición política o económica ni propósito bastardo alguno dio origen a esos cuentos. Uds. son escritores y saben que cuando uno empieza a escribir, cuando lo hace como nosotros, sincera, lealmente, no lleva otro fin que el de expresar una inquietud interior angustiosa y agobiadora. Así, ahí está mi obra para defenderme si alguien dice actualmente o en el porvenir que soy un mal dominicano. Hablo, pues, con derecho a reclamar que se me oiga como al menos malo de los hijos de mi tierra.

Los he oído a Uds. expresarse, especialmente a Emilio y Marrero, casi con odio hacia los haitianos, y me he preguntado cómo es posible amar al propio pueblo y despreciar al ajeno; cómo es posible querer a los hijos de uno al tiempo que se odia a los hijos del vecino, así, sólo porque son hijos de otros. Creo que Uds. no han meditado sobre el derecho de un ser humano, sea haitiano o chino, a vivir con aquel mínimo de bienestar indispensable para que la vida no sea una carga insoportable; que Uds. consideran a los haitianos punto menos que animales, porque a los cerdos, a las vacas, a los perros no les negarían Uds. el derecho de vivir…

Pero creo también – y espero no equivocarme – que Uds. sufren una confusión; que Uds. han dejado que el juicio les haya sido desviado por aquéllos que en Haití y en la República Dominicana utilizan a ambos pueblos para sus ventajas personales. Porque eso es lo que ocurre, amigos míos. Si me permiten he de explicárselo:
El pueblo dominicano y el pueblo haitiano han vivido desde el Descubrimiento hasta hoy – o desde que se formaron hasta la fecha – igualmente sometidos en términos generales. Para el caso no importa que Santo Domingo tenga una masa menos pobre y menos ignorante. No hay diferencia fundamental entre el estado de miseria e ignorancia de un haitiano y el de un dominicano, si ambos se miden, no por lo que han adquirido en bienes y conocimientos, sino por lo que les falta adquirir todavía para llamarse con justo título, seres humanos satisfechos y orgullosos de serlo. El pueblo haitiano es un poco más pobre, y debido a esa circunstancia, luchando con el hambre, que es algo más serio de lo que puede imaginarse quien no la haya padecido en sí, en sus hijos y en sus antepasados, procura burlar la vigilancia dominicana y cruza la frontera; si el caso fuera al revés, sería el dominicano el que emigraría ilegalmente a Haití. El haitiano es, pues, más digno de compasión que el dominicano; en orden de su miseria merece más que luchemos por él, que tratemos de sacarlo de su condición de bestia. Ninguno de Uds. sería capaz de pegar con el pie a quien llegara a sus puertas en busca de abrigo o de pan: y si no lo hacen como hombres, no pueden hacerlo como ciudadanos.

Ahora bien, así como el estado de ambos pueblos se relaciona, porque los dos padecen, así también se relacionan aquéllos que en Santo Domingo igual que en Haití explotan al pueblo, acumulan millones, privan a los demás del derecho de hablar para que no denuncien sus tropelías, del derecho de asociarse políticamente, para que no combatan sus privilegios, del derecho de ser dignos para que no echen por el suelo sus monumentos de indignidad. No hay diferencia fundamental entre los dominicanos y los haitianos de la masa; No hay diferencia fundamental entre los dominicanos y los haitianos de la clase dominante.

Pero así como en los hombres del pueblo en ambos países hay un interés común – el de lograr sus libertades para tener acceso al bienestar que todo hijo de mujer merece y necesita -,  en las clases dominantes de Haití y Santo Domingo hay choques de intereses, porque ambas quieren para sí la mayor riqueza. Los pueblos están igualmente sometidos; las clases dominantes son competidoras. Trujillo y todo lo que él representa como minoría explotadora desean la riqueza de la isla para sí; Lescot
  y todo lo que él representa como minoría explotadora, también. Entonces, uno y otro – unos y otros, mejor dicho – utilizan a sus pueblos respectivos para que les sirvan de tropa de choque: esta tropa que batalle para que el vencedor acreciente su poder. Engañan ambos a los pueblos con el espejismo de un nacionalismo intransigente que no es amor a la propia tierra sino odio a la extraña, y sobre todo, apetencia del poder total. Y si los más puros y los mejores entre aquéllos que por ser intelectuales, personas que han aprendido a distinguir la verdad en el fango de la mentira se dejan embaucar y acaban enamorándose de esa mentira, acabaremos olvidando que el deber de los más altos por más cultos no es ponerse al servicio consciente o inconsciente de una minoría explotadora, rapaz y sin escrúpulos, sino al servicio del hombre del pueblo, sea haitiano, boliviano o dominicano.

Cuando los diplomáticos haitianos hacen aquí o allá una labor que Uds. estiman perjudicial para la República Dominicana, ¿saben lo que están haciendo ellos, aunque crean de buena fe que están procediendo como patriotas? Pues están simplemente sirviendo a los intereses de esa minoría que ahora está presidida por Lescot como ayer lo estaba por Vincent. Y cuando los intelectuales escriben – como lo ha hecho Marrero, de total motu proprio según él dijo olvidando que no hay ya lugar para el libre albedrío en el mundo – artículos contrarios a Haití están sirviendo inconscientemente – pero sirviendo – a los que explotan al pueblo dominicano y lo tratan como enemigo militarmente conquistado. No, amigos míos…Salgan de su ofuscación.

Nuestro deber como dominicanos que formamos parte de la humanidad es defender al pueblo haitiano de sus explotadores, con igual ardor que al pueblo dominicano de los suyos. No hay que confundir a Trujillo con la República Dominicana ni a Lescot con Haití. Uds. mismos lo afirman, cuando dicen que Lescot subió al poder ayudado por Trujillo y ahora lo combate. También Trujillo llevó al poder a Lescot y ahora lo ataca. Es que ambos tienen intereses opuestos, como opuestos son los de cada uno de los de sus pueblos respectivos y  los del género humano.

Nuestro deber es, ahora, luchar por la libertad de nuestro pueblo y luchar por la libertad del pueblo haitiano. Cuando de aquél y de este lado de la frontera, los hombres tengan casa, libros, medicinas, ropa, alimentos en abundancia; cuando seamos todos, haitianos y dominicanos, ricos y cultos y sanos, no habrá pugnas entre los hijos de Duarte y de Toussaint, porque ni estos irán a buscar, acosados por el hambre, tierras dominicanas en qué cosechar un mísero plátano necesario a su sustento, ni aquéllos tendrán que volver los ojos a un país de origen, idioma y cultura diferentes, a menos que lo hagan con ánimo de aumentar sus conocimientos de la tierra y los hombres que la viven.

Ese sentimiento de indignación viril que los anima ahora con respeto a Haití, volvámoslo contra el que esclaviza y explota a los dominicanos; contra el que, con la presión de su poder casi total, cambia los sentimientos de todos los dominicanos, los mejores sentimientos nuestros, forzándonos a abandonar el don de la amistad, el de la discreción, el de la correcta valoración de todo lo que alienta en el mundo. Y después, convoquemos en son de hermanos a los haitianos y ayudémosles a ser ellos libres también de sus explotadores; a que, lo mismo que nosotros, puedan levantar una patria próspera, culta, feliz, en la que sus mejores virtudes, sus mejores tradiciones florezcan con la misma espontaneidad que todos deseamos para las nuestras.

Hay que saber distinguir quién es el verdadero enemigo y no olvidar que el derecho a vivir es universal para individuos y pueblos. Yo sé que Uds. saben esto, que Uds., como yo, aspiran a una patria mejor, a una patria que pueda codearse con las más avanzadas del globo. Y no la lograremos por otro camino que por el del respeto a todos los derechos, que si están hoy violados en Santo Domingo no deben ofuscarnos hasta llevarnos a desear que sean violados por nosotros en lugares distintos.
Yo creo en Uds. Por eso he sufrido. Creo en Uds. hasta el hecho de no dolerme que Marrero mostrara a Emilio el papelito que le escribí con ánimo de beneficiarlo y sin ánimo de molestar ni por acción ni por omisión a Emilio. En todos creo, a todos los quiero y en su claro juicio tengo fe. Por eso me han hecho sufrir esta tarde.
Pero el porvenir ha de vernos un día abrazados, en medio de un mundo libre de opresores y de prejuicios, un mundo en que quepan los haitianos y los dominicanos, y en el que todos los que tenemos el deber de ser mejores estaremos luchando juntos contra la miseria y la ignorancia de todos los hombres de la tierra.

Mándenme como hermano y ténganme por tal.

Juan Bosch.


“En Para la historia, dos cartas, Santiago, R.D. Editorial el Diario, 1943, pp. 3-8”