Por un país libre

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La Libertad cuesta muy cara, y es necesario, o resignarse a vivir sin ella, o decidirse a pagarla por su precio - José Martí.

domingo, 17 de julio de 2016

Pablo Mella y Los espejos de Duarte

 como deconstrucción de la épica nacionalista

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portadaLosespejosdeDuarte
Pablo Mella y Los espejos de Duarte como deconstrucción de la épica nacionalista
El libro “Los espejos de Duarte”, de Pablo Mella (Editora Amigo del Hogar 2013) responde a un tipo de escritura cuya marca o huella es presentada por el autor como intertextualidad hermenéutica inscrita en la teoría crítica de lo discursivo.
Esto de entrada es una novedad, o mejor, un acontecimiento en el pequeño y angosto mundo académico de la República Dominicana. El hecho de que sea una invitación para dialogar no solo con historiadores profesionales, comunidad pequeña y cerrada, sino también con actores del sistema educativo, cultural y grupos sociales en general conlleva el germen de la reinterpretación de las narraciones históricas, aquellos discursos que dan significado al devenir histórico dominicano en una estrategia de intertextualidad en clave de hermenéutica crítica.
El libro sale a la luz en momento en que el nacionalismo nos ahoga, que resurgen las voces de la épica nacionalista y al hacerlo convierten al Otro, al diferente en el “enemigo” de su discurso político que parece mirarse de manera permanente y narcisista en ese espejo del patricio legado como retórica excluyente y sacrosanta. La escritura de Pablo Mella da cuenta de las implicaciones éticas de estas narraciones  que son medulares en la historia dominicana oficial, mitos-fundantes de la creación del estado-nación que siguen gravitando sobre la vida social y política de nuestro país..
Quizá desde este enfoque el autor nos acerca a la idea del historiador francés Fernando Braudel en el sentido de que la historia debería ayudarnos a leer inteligentemente el periódico. 
portadaLosespejosdeDuartePara el ámbito de la educación  dominicana el libro puede aportar en la reinterpretación de la historia social dominicana en perspectiva crítica, con un enfoque que facilita escuchar voces plurales sobre el pasado o mejor dicho de las narraciones sobre el pasado… o historiar los márgenes.
La afirmación sobre lnecesidad de reconocer el carácter discursivo de las fuentes y producciones históricas resulta provocativa en nuestro medio. El autor nos advierte sobre la idea de que “una cosa son los acontecimientos históricos y otra su interpretación historiográfica”. Saber que  el discurso como reflejo o productor de un imaginario es una fuente de pre-juicios.
Por ahí el autor incita a ampliar y reorientar las formas de hacer narraciones y análisis de textos históricos, a partir de:
  • Poner el texto en su contexto y sacar máximo provecho de los  juegos del lenguaje y de las relaciones de poder, de los intereses que siguen todo conocimiento y  de las posiciones y cosmovisiones que intervienen en las fuentes.
Historiografía e interpretación duartiana
En el primer capítulo importa la mirada y los análisis discursivos de las dos principales escuelas de la historiografía dominicana (tradicional y marxista) en torno a Duarte y los relatos de la fundación del  Estado-nación.  Entre sus conclusiones no parece haber diferencias respecto a la historiografía tradicional y la marxista con relación a la interpretación de esos mitos fundantes del Estado-nación (R. Cassá, Juan I. Jimenes Grullón, Juan Bosch). Tampoco en las producciones más recientes aparecen enfoques desde la crítica discursiva. La escuela marxista sobre los textos duartianos se anquilosó en el discurso clásico.  A qué se debe esto?
¿Será que la historiografía y el ámbito académico han sido presas del conservadurismo dominante en las últimas décadas en el país?  Es un tema de debate…
Los discursos de la “Historia Patria” y en especial las narraciones duartianas se caracterizan porque solo existen buenos y malos, casi nunca fluyen en el texto el entrecruce de las contradicciones y fragmentaciones políticas de los actores que estuvieron presente desde la misma constitución del Estado-nación, según la múltiples fuentes.
El autor hace un llamado a darle más peso a la pluralidad de los discursos contextualizándolos podría ayudar a  interpretar sin ese sentido de tragedia y pesimismo que acompañó a los letrados del siglo XIX y XX en nuestro territorio, sin esa persistente idea de aplomarse a una historia rectilínea de progreso en una misma dirección. Porque sabemos que las culturas se transforman en el vaivén de los cambios sociales.
Estos elementos, entre otros se ponen a disposición en el libro para  complejizar la trama de los acontecimientos y problematizar la univocidad de la “verdad  histórica” que ante nosotros y nosotras (en e l presente) fija cualquier texto o documento del pasado.
Se trata de un ejercicio novedoso, deconstructivo, enriquecedor, y accesible.
Aunque Pablo Mella utiliza un lenguaje (técnico) propio de la hermenéutica filosófica de inspiración crítica, permite comprender cómo opera la persona que hace historia, que reconstruye el pasado, que produce textos históricos, de esta manera se muestra como un especialista de las operaciones historiográficas, que no es más que desentrañar cómo en un discurso (del pasado) se juega con lo real y lo simbólico.  Escuchar esas voces del pasado sin limitarse a lo que dicen, interpretando con ciertas herramientas lo que dicen y por qué lo dicen…
Finalmente el enfoque es una invitación a expandir esa línea que ya otras personas iniciaron, como los trabajos que ya se conoce sobre estudios subalternos, historia desde abajo o relecturas críticas, por solo por ilustrar con algunos ejemplos cito “El comegente” publicado por  Raymundo González hace algunos años y que trata de un movimiento social en la época colonial. O “La guerra silenciosa” del puertorriqueño Pedro San Miguel, que hace una relectura interesante de las luchas campesinas en la zona rural dominicana que fueron tan satanizadas por los ilustrados y políticos del siglo XIx y XX.
La invitación está abierta…
Instituto Filosófico P. F. Bonó,
4-12-2013
Ana Lafontaine

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Ciudadana del mundo. Estudios de historia dominicana.
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Comentarios

  1. Luis Eduardo Mella Gomez dice:
    Para mi el problema diría yo no es el excelente trabajo hermenéutico de Pablo Mella acerca del discurso de Duarte y las implicaciones de una documentación y una re-interpretación de su historicidad mediante el método hermenéutico. Implicaciones tanto morales (el gran problema de la xenofobia y el racismo de los dominicanos), culturales (el problema de la perpetuación de dichos problemas morales que se han convertido en costumbres, nada más tenemos que ver como se alude a Trujillo respecto de la matanza que hizo a los haitianos, y como los libros de texto está diseñados para ver a los haitianos como “el coco” o el “malo de la película” ante toda problemática social en el país), e inclusive institucionales (como las instituciones como la educación se reducen a la mera racionalización instrumental y se convierten en meros centros de alineación que perpetúan y ayudan en la legitimación de los prejuicios morales y como esto afecta el mundo de la vida humano y por ende el mercado), sino más bien: 

    Si bien replantea un diálogo que implica ante todo un sustento desde una filosofía política (yo podría incluir aquí ante el problema del reducir la sociedad, sea el mercado o sea cualquier otra dimensión cultural a la elección de medios y fines -esto es la racionalidad instrumental o ‘razón eficiente’ parafraseando a Max Weber- podemos argumentar el por que no debemos reducir este problema solo a la elección de medios y fines como han dicho autores tales Friedrich Hayek desde la economía (su visión del mundo económico como un mundo de vida o un “real world” donde los precios, tasas de interés, los derechos de propiedad son relaciones intersubjetivas en un contexto de conocimiento disperso, donde el agente “aprende” en el proceso de mercado y el aprender no es un dato en un sujeto, sino aprender en dicho real-world e “interpretar” dichos datos que nos brindan las instituciones sociales y no una economía de mercado donde existe un homo economicus egoísta y perfectamente racional -ver Economics and Knowledge para mas información- del cual la dimensión económica no podemos eliminarla del mapa en estas cuestiones), pasando por Horkheimer y Habermas (el no diálogo por parte de la razón instrumental que ahí es donde quiero llegar y es el meollo del asunto), hasta de como concebimos la ciencia desde Feyerabend (no hay algoritmos universales en la ciencia por lo tanto todo intento de universalización de las metodologías -incluyendo el testeo empírico- implicaría un retroceso para la ciencia y ante todo una actitud dogmática que va contra dicha empresa cultural y sus valores tradicionales). 

    Estos autores, su epistemología (esto es sus razones por la que dicen lo que dicen) a su vez constituye una filosofía política (o nutre las ideas para defender ciertos aspectos contingentes de su filosofía política. Y con esto llegamos a la pregunta del millón: Las autoridades que actualmente practican la ingeniería social sobre las instituciones sociales (como la escuela en este caso) están dispuesto al diálogo? Si de ser así, estarían dispuestos a hacer reformas que lograran desprender el aparato estatal de la educación formal (cosa que si bien no es fácil pero es lo favorable, ya que es el mismo Estado que perpetúa dichas relaciones alineantes en el proceso escolar, que precisamente es de donde vienen dichos prejuicios culturales y de donde se realimentan)? Y si no está dispuesto al diálogo (que es lo más “racional” para todo aquél que tiene privilegios y quiere mantenerlos), Qué podemos hacer? 

    Yo tengo una hipótesis de solución -obviamente está abierta a la crítica- pero es la siguiente: 
    No podemos esperar que el mana caiga del cielo, por ende, debemos de autogestionar el proceso educativo. Esto es, tratar de crear células autogestionadas y espacios donde podamos desconstruir las relaciones alineantes en la educación por otras más sanas y consensuadas. Por otro lado, si bien soy anarquista y opto por la destrucción del Estado y que por ende las instituciones sociales no estén dominadas ni sean construidas por ing. sociales, sino que estas evolucionen según como las personas se relacionen, uno no puede optar por desligarse 100 % del Estado, sino tener que tomar decisiones de transición que implica ante todo “elegir entre mal menor y mal mayor”, esto significa de buscar la forma de que uno pueda auto-realizarse en el contexto actual mediante que estas células puedan ayudar a mediar entre las instituciones educativas dominantes para tener un poco de “aval”, pero siempre teniendo en cuenta los objetivos primordiales (reconstruir las relaciones sociales en el contexto educativo).
    Fuente: http://nuestrotiempo.com.do/2013/12/10/los-espejos-de-duarte/

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