Por un país libre

Por un país libre
La Libertad cuesta muy cara, y es necesario, o resignarse a vivir sin ella, o decidirse a pagarla por su precio - José Martí.

lunes, 20 de junio de 2016

Aprender con la Historia

El ring de Paco Escribano y Rodriguito.


Paco Escribano y Rodriguito.
Jose C. Novas.
Cuando se produjo la muerte del Chivo en 1961 sobrevinieron las tensiones y los cambios políticos en la nación dominicana, el pueblo se lanzó a reclamar las libertades que le habian negado por tres decadas y se produjo una cadena de actos violentos. La sociedad exigia cambios, las masas cayeron en el desenfreno; muchas cosas variaron, y aparecieron algunas manifestaciones culturales distintas que evolucionaron poco a poco a lo que hoy somos. 

Para refrescar la memoria, nos remontamos a los recuerdos de algunas vivencias que se dieron  cuando la capital era una reducida  extensión horizontal, ciudad que habia iniciado sus pasos hacia el crecimiento fisico  en 1930 cuando el dictador Trujillo impuso un proceso urbanista en sus alrededores; así comenzaron por primera vez calles asfaltadas con aceras y contenes, se establecio una ampliacion del alumbrado eléctrico, se puso en marcha un acueducto, se levantaron puentes, casas y edificios de tres o cuatro pisos, y para entonces  la población en la capital se estimaba en 200 mil habitantes.
Para  aquelllos dias la mayoria de la poblacion dominicana vivía en áreas rurales y no por casualidad, ya que el régimen de Trujillo habia establecido un control migratorio hacia los centros urbanos con la llamada ley “de las diez tareas”. Todo agricultor o campesino que llegaba con intención de quedarse en las ciudades, al ser detectado mediante chequeo de la cedula eran devueltos a su lugar de origen. Bajo aquella regulacion, a los agricultores regresados al campo se le asignaba diez tareas de tierra. Demás esta decir que los terrenos mejor dotados de fertilidad, estaban en manos de los latifundistas y para esa categoria de  agricultor no era posible el accesa a financiamiento agrícola.

Mi propia familia, se traslado desde Jimani el Sur a la capital en 1954 y la razón por la que permanecimos en las zonas urbanas, fue porque nuestro padre se enganchó a la guardia y ello lo que exoneró de ser devuelto al campo; vivimos en distintas ciudades hasta que se produjo el magnicidio en 1961. Eran tiempos duros porque solo un reducido grupo ligado al dictador o a su familia disfrutaba de la vida “glamorosa”, la mayoría de los dominicanos sobrevivia en el día a día.

Antes de la emboscada que puso fin a la dictadura en 1961, la guardia y la policia eran severas, había que cumplir las reglas de la dictadura o se pagaba un alto precio por ignorarla; por ejemplo, la persona que no se detenía al momento de subir o bajar la bandera en los lugares públicos o privados, o cuando se interpretaban las notas del himno nacional, iba a parar a la cárcel; a veces hasta por un simple pleito entre marido y mujer, implicaba una multa de $ 5.75; los empleados públicos trabajaban en horario de  siete y media de la mañana a una de la tarde.

En el sector privado la cosa era diferente, se laboraba de ocho a doce y de dos a cinco de la tarde; al medio dia la sirena de los bomberos o del ayuntamiento sonaba, ello marcaba una pausa para el almuerzo, tiempo aprovechado por la mayoría para ir a la casa, comer y tomar una siesta y regresar a sus labores las dos.

Al medio día se producía un suspenso, y casi todo se detenía, las calles de la ciudad lucían desiertas, negocios, bancos, tiendas, oficinas privadas y almacenes cerraban sus puertas, era notoria la tranquilidad, se respiraba otro aire, los vehículos en gran medida dejaban de circular. A decir verdad, el medio día rompía la rutina y se convertía en dos horas de recojimiento. Sin embargo, algo curioso ocurría mientras la capital se adormecida y muchos tomaban la siesta; varias emisoras de radio hacían esfuerzos por captar las audiencias durante esas dos horas; entre la una y las dos de la tarde era una locura, porque salían al aire programas muy populares. Algunos constituían una cita obligatoria o “toque de queda”, como fue el caso de Don Paco Escribano, el espacio de mas audiencia de su tiempo, pero, la gente no cesaba de cambiar de estación, tratando de captarlo todo.

Oír la radio era un ritual que ponía a todos en medio de la saga por las audiencias o “ratings”; posteriormente surgio la emisora Radio Guarachita a sumar su “Concierto de Amor”, en el cual, el locutor Radhamés Aracena cambiaba su estilo estridente de otras horas, por una voz tenue y tierna, al anunciar temas románticos escogidos para la ocasión. En La Voz Dominicana se trasmitía “El Informador Policíaco”, un compendio de las noticias, recogidas en la capital y el interior del país, bajo la narracion del popular locutor Manuel Antonio Rodriguez “Rodriguito”, en su parte final el programa incluía la dramatización un pleito casi siempre violento, y las ocurrencia dentro del drama siempre dejaban los oyentes muertos de risa.

Pero eso no lo era todo, La Voz del Trópico, Radio HIN, Honda Musical, trataban de competir con Paco Escribano y con Rodriguito con trasmisiones como La Tremenda Corte, con su figura principal el comediante cubano Tres Patines, y la famosa novela radial “Rafle, el ladrón de las manos de seda”, que se convirtió en la pasión de hombres, mujeres, jóvenes y viejos. Esa novela fue motivo de parodias para burlarse de algunos políticos de mediano rango.

Como podran notar los lectores, a finales de la década de los cincuentas, durante el medio día, la capital quedaba atrapada en una guerra radial, en la que cada programa se disputaba la audiencia hasta las dos de la tarde. Sin dudas, Don Paco Escribano en la emisora HIZ se alzaban con los honores, porque eran los mas escuchados; le seguía Rodriguito con el informador policíaco, que cerraba con un cuadro de comedias titulado “El Suceso de Hoy”.


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