Por un país libre

Por un país libre
La Libertad cuesta muy cara, y es necesario, o resignarse a vivir sin ella, o decidirse a pagarla por su precio - José Martí.

domingo, 21 de agosto de 2016

Juana Saltitopa




Juana Saltitopa "La Coronela"
Retrato al óleo de Luis Miguel Gerardino Goico que se exhibe en el Museo Nacional de Historia y Geografía.

Juana Trinidad (Juana Saltitopa) nació, al igual que su hermana Mercedes, en Jamo, sección de La Vega, durante la ocupación haitiana, en cuya época allí: "la agricultura prosperaba a pesar de la esterilidad del medio,... ", según un informe del Capitán Faustino Tapia, a cargo de dicha sección.
En medio de esa vida vegetativa creció esa muchachita Juana, vivaracha y saltarina, de donde le vino el mote de Saltitopa, pues le gustaba trepar árboles para recoger sus frutos y saltar de rama en rama. Su hermana Mercedes era por el contrario de temperamento sosegado y no era amiga de aventuras; sus actividades no rebasaron las ocupaciones caseras (Rufino Martínez).
Rufino Martínez dice: El apellido Saltitopa, tenido como tal hasta cumplido el siglo de la República, al extremo de que a una hermana de la heroína se la llamó Mercedes Saltitopa, no existió nunca; fue un mote ocasional por maneras personales de Juana,..." Y más adelante, refiriéndose a Mercedes, agrega: "Se tiene por muy posible o casi cierto que el apellido de esta hermana es Trinidad".
El historiador Ubaldo Gómez Moya, en una carta publicada el 22 de mayo de 1937 en "El Progreso" de La Vega, escribió (Despradel Batista):
Siendo yo niño oí a mi segunda madre Magdalena Sánchez de Espínola motejar con el calificativo de Saltitopa a las muchachas vivarachas. Sabrás que en aquellos tiempos una mujer en una tropa se consideraba de no buena reputación.
Y continúa Ubaldo Gómez Moya:
Bríjida Minaya -alias- Mamá Billa, Nazaria Santos Vda. Meléndez, Chicho Trinidad y Miguel Fernández la conocieron personalmente y me expresaron que ella era natural de Jamo de esta Común, de color indio y de regular estatura.
Juana era, cosa rara en su época, liberal, montaraz, ruda en sus gestos y sus acciones, e imponía sus criterios y sus deseos aún sobre los muchachones que hechos ya hombres se veían obligados a prestar el servicio de conscripción militar que imponían las autoridades haitianas al cumplir la edad de los 16 años.
Así se formaron las milicias cívicas de la Era de la Ocupación occidental. El Jamo no era una excepción y así vemos como Marcos Trinidad, para 1843 y con el grado de Capitán, era el Comandante de la Compañía de Milicianos del Jamo, cuya participación en las luchas independentistas, iniciadas un año más tarde, le darían fama y resonancia de ardoroso patriota y audaz combatiente. (Hungría Morell)
[Aunque Hungría Morell dice que Marcos Trinidad era tío de Juana, Rufino Martínez dice simplemente que Juana era parienta suya, Despradel Batista, en las biografías de Marcos Trinidad y de Juana Saltitopa, dice que eran primos hermanos.]
"Mujer de ya conocido carácter agitado e independiente, con pronunciada vocación para los lances propios de los hombres, Juana instantáneamente quedó afectada de ardor bélico que flotaba en aquel centro urbano [La Vega] mientras se construían apresuradamente defensas, se desempolvaban armas antiguas y se recolectaban machetes para esperar al Ejército Haitiano" (Rufino Martínez).
Cuando en marzo de 1844, las tropas haitianas se dirigen hacia Santiago, en esta ciudad se congregan tropas de comunidades vecinas, incluyendo de La Vega. "Llegadas las tropas de La Vega, entre las que figuraba la gente de Jamo, capitaneada por Marcos Trinidad, Juana, parienta suya, concurrió al cuartel de sus comarcanos con la resolución de participar en la esperada lucha como soldado. No se le veía más que en los grupos de la gente armada" (Rufino Martínez)
El 30 de marzo de 1844 al mediodía se inicia la batalla de Santiago. Juana en el fragor de la pelea ocupaba lugar entre los combatientes, estimulándoles con frases y ademanes de incitación. Secos por un instante los cañones de la línea de fuego donde ella actuaba, fue al río más de una vez a buscar el agua necesitada, mostrando un gesto de atrevimiento que por sí valía para mantener en alto la moral de la tropa" (Rufino Martínez).
Al respecto nos dice el historiador Dr. Alcides García Lluberes: "Tuvo suma importancia el papel que desempeñó la artillería en tan famosa jornada. Fueron las necesidades de aquella eficaz arma las que crearon las heroínas de la Batalla. Juana Saltitopa (a) La Coronela, fascina y obliga a que la secunde a todo una cohorte de abnegadas santiaguesas. ¿A dónde se dirigen? ¿Por qué estímulo son movidas? Las samaritanas van a apagar la sed a los monstruos de bronce que caldeados por la violenta y prolongada faena no podían ya seguir colaborando en la matanza... Algunos de los rechazados que se hallaban entre la ciudad y el río perecieron al vadear éste, el cual estaba crecido: las aguas del Yaque, que ya habían sido metralla en las cubetas de la Saltitopa y sus satélites, seguían matando a los enemigos de la Patria".
Dice Rufino Martínez: "Por su comportamiento insuflador de coraje en ese memorable día y los anteriores, los compañeros la llamaron en la adelante La Coronela, que fue su distintivo."
Terminadas las campañas libertadoras de la Independencia, las actividades de La Coronela fueron más de la vida privada que de la política. Esteban Aybar y Aybar, oriundo de San Cristóbal y soldado de la Independencia y de la Restauración, escribió en sus memorias (publicadas parcialmente por Despradel Batista):
"... la muerte que le dio una mujer de la vida, a un coronel haitiano, la cual se nombraba Merced y por mal apodo (a) Md. Sartaitopa, a esta la conocí anteriormente en Santiago por ser de allí, y el año 1952 la ví en Santo Domingo, ganando un sueldo de coronela, por el Gobierno, pero mas tarde Santana por su relajo, le privó del sueldo y empleo y la despachó otra vuelta para el cibao,..."
Casi siempre andaba, tanto en La Vega como en Santiago, acompañada por dos mujeres: Juana Colón, santiaguera, y Petronila Suárez, vegana (Despradel Batista).
En un artículo publicado en "El Progreso", de La Vega, el Dr. Jovino A. Espínola reprodujo el testimonio de Bríjida Minaya (Mamá Billa) (en Despradel Batista):
Sí; Juana en ese tiempo era una mujer más valiente que muchos hombres; te contaré que en una fiesta que dieron en la "La Jina Mocha", yo presencié que Juana tendió de una bofetada largo a largo en el suelo a Bartolo Pérez, porque este trató de abusar con ella echándole el brazo por el hombro y halándole una trenza. Debo decirte también que en Santiago ella peleó mucho contra los franceses prietos [haitianos]; en esas peleas Juana echaba para alante a los hombres que se acobardaban, atendía a los heridos, le pasaba agua a los combatientes para que calmaran su sed y refrescar los cañones, le llevaba pólvora en su delantal o en su pañuelo a los artilleros y les cantaba coplas a los soldados para que siempre estuvieran contentos y valerosos.
Yo recuerdo haberle visto un sablecito derecho, lo usaba terciado [señalándome del hombro derecho al costado izquierdo]. Oye, [me dijo], Juana era de Jamo, se mantenía aquí en el pueblo y podía ser mi mamá, yo entonces era muy jovencita, ella tendría como treinta años y no se quitaba de la cabeza su buen pañuelo de Madrás.
Fue un aciago día del inicio de la década de 1860 que Juana Trinidad, la Saltitopa, La Coronela inmortal, mientras regresaba de su lar nativo: su campiña del Jamo que jamás volvería a ver, murió oscuramente asesinada entre Nibaje y Marilópez, camino hacia y en las cercanías de Santiago de los Caballeros, el hidalgo pueblo que adoptó como suyo tras de haberse consagrado allí como una protagonista epónima, casi legendaria, de la gesta gloriosa de la Batalla de Santiago del 44. (Hungría Morell)

Petronila Gaú
Otra heroína de la Guerra Domínico-Haitiana es Petronila Gaú, de la cual se tiene menos informaciones (prácticamente nada) que lo conocido sobre Juana Saltitopa. Mientras Juana actuó durante la primera campaña, Petronila se distinguió en la Cuarta Campaña, al finalizar la Guerra.
Rufino Martínez dice: De Montellano, Sección de Sabaneta, en la Línea Noroeste. Actora en las refriegas sostenidas por los dominicanos en los campos de aquella región en el curso de las campañas de la Independencia. Rivalizó con los hombres en heroísmo. Se distinguió en la Batalla de Sabana Larga.


Referencias
1 Despradel Batista, Guido. Historia de la Concepción de La Vega. 2da. Edición. La Vega (R.D.). 1978.
2 García Lluberes, Alcides. Dos Grandes Batallas. CLIO, Núm. 110, Abril-Junio. Santo Domingo (R.D.). 1957.
3 Hungría Morell, Radamés. Calendas históricas y militares dominicanas. Museo Nacional de Historia y Geografía. Santo Domingo (R.D.). 1985.

4 Martínez, Rufino. Diccionario Histórico-Biográfico Dominicano. 3ra. Edición. Santo Domingo (R.D.). 1997.
Fuente: http://www.jmarcano.com/mipais/biografia/saltitopa.html===============================================================

viernes, 12 de agosto de 2016

EL DIA DEL TRABAJO EN LOS ESTADOS UNIDOS


Eramis Cruz

    En el mes de septiembre se celebra el Día del Trabajo en los Estados Unidos.  Casi todos los paises del mundo celebran este día festivo el Primero de Mayo.  Los acontecimientos que dieron origen a la celebración de esta fecha tuvieron origen en la ciudad de Chicago en los años 1886 y 1887.  Un martes 4 de de Mayo de 1886 una multitud de 2,500 trabajadores y familiares a las 8:30 de la noche se reunieron en un lugar llamado "Haymarket Squere".  Se trataba de otra acción de lucha por una jornada de ocho horas de trabajo para todos.  Esta manifestación figura como una de la protesta que dio origen al Primero de Mayo, porque fue aquí donde se dieron los hechos para el juicio que condenó a la horca a os "Mártires de Chicago" el 11 de noviembre de 1887.

    Para este tiempo Chicago era muestra del desarrollo industrial en los Estados Unidos y era normal que aquí se organizaran las luchas por mejores condiciones de trabajo para quienes eran víctimas de la explotación del trabajo asalariado.  A pesar de que los ocho "Mártires de Chicago" eran de diferentes pensamientos filosófico o ideología, todos fueron acusados de anarquistas la cual era una acusación grave para esa época. Se les acusaba de una explotación ocurrida en Haymarket Squere el 4 de noviembre.  Se le acusó de estar en contra del Estado y en contra de ley.

Ellos fueron: Albert Parson, condenado a la horca.  Llegó a Chicagel año 1873 con su esposa Lucy de color negro, que hablaba español. Lucy continuó la lucha después de la muerte de su esposo.

August Spies, nacido en Landeck, Alemania. Llegó a America vía Nueva York en 1872 y se trasladó a Chicago un año después donde tenía un pequeño negocio propio.

  Adolph Fisher entró a la unión (sindicato) en San Louis, Missouri en 1881. Llegó a Chicago con su familia en 1883. Cuando murió condenado a la horca tenía solo 27 años de edad y tres hijos.  

George Engel también fue condenado a la horca el 11 de noviembre de 1887 a pesar de que él no estuvo presente en la manifestación del 4 de mayo. Había nacido en Cassel, Alemania, el 15 de abril de 1836. Llegó a Chicago en 18874 y trabajó para le empresa Tembruth Wagon Factory. En el movimiento laboral fue un líder muy dedicado.

Louis Lingg, muerto en la cárcel por la explosión de una dinamita que le destruyó la cara en circunstancia no aclarada. Había venido a Estados Unidos procedente de Alemania, hacía aproximadamente un año para escapar del servicio militar obligatorio. No tenia familia en Chicago y se sabe que tenia una relación con una joven llamada Ida Miller.

Los otros tres son Michael Shwab, Oscar neebe y Samuel Fielden. Ellos, después de muchas gestiones nacionales e internacionales, fueron favorecidos por el perdón expedido por el gobernador Algeld.  

     Fueron estas manifestaciones en la ciudad de Chicago, en reclamo de los trabajadores por una jornada de trabajo de ocho horas, ejemplo en todo el mundo.  La injusta condena a muerte de los Mártires de Chicago será siempre motivo de rememoración el Primero de Mayo de cada año en todo el mundo, mientras que los Estado Unidos han ocultado a las pasadas y a las nuevas generaciones las verdades históricas del movimiento de los trabajadores en esta tierra llamada de la libertad y los sueños.*

 * Fuente: “Haymarket Revisited” de William Adelman, publicada en ingles por the Illinois Labor
History Sociery, 1976, USA.
El Primero de Mayo (artículo), José Gómez Cerda,Republica Dominicana.
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martes, 9 de agosto de 2016

MUERTE DE EUGENIO MARÍA DE HOSTOS EN SANTO DOMINGO

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Por: Miguel Collado 

Hostos murió “el 11 de Agosto de 1903, a las 111/4 p.m., durante una perturbación atmosférica”(1), como si acaso la naturaleza expresara su dolor por la muerte de quien tanto la amó. Es el cuarto hijo del Apóstol antillano, Adolfo José de Hostos Ayala (1887-1982), quien mejor describe los momentos últimos del padre ejemplar, del Maestro de América: 
«…estaba yo solo, junto a su lecho de enfermo en la Estancia Las Marías, en momentos en que no se esperaba un desenlace fatal. De pronto me pareció que su cabeza se ponía enorme, los cabellos blancos caídos sobre las sienes semejaban una aureola de santo que iluminaba su rostro inmóvil. Un súbito brisote acompañado de un trueno lejano, batió las ventanas de su alcoba. Presentí el fin. Acerqué una mejilla a sus labios y me dio su último beso en tierno bosquejo. Apenas balbuceó: “¡Mi mujer, mis hijos¡”, y cerró los ojos para siempre.
Quedé por tan largo tiempo impresionado ―confiesa, con nostalgia, el hijo agradecido― que, justamente el día del primer aniversario de su muerte, quedéme triste y conturbado como si hubiera cometido un pecado al oír en el vecindario el eco de una alegre cantinela. Nunca se ha apartado de mi mente la idea de que tenía necesariamente que haber auténtica grandeza en el alma de un hombre que se inmola a sí mismo por el bien de la Humanidad»,(2) concluye, reflexivo, Adolfo de Hostos. 
Con dolor profundo, con una pena muy honda, Federico Henríquez y Carvajal describe la atmósfera que, al día siguiente, sirve de manto a esa circunstancia funesta en que tienen lugar las honras fúnebres al Sembrador, al Iluminado:
“La tarde era triste...mui triste! Llovía. La lluvia caía como lágrimas del cielo. El sol, envuelto en una clámide de nieblas, se hundía en el ocaso como si se extinguiese para siempre. La tarde era triste...mui triste! El silencio reinaba en el cementerio...Mudo, con el mutismo de la Esfinge, el cadáver de fisonomía socrática, yacía en el féretro. Mudo estaba el séquito bajo la pesadumbre del gran duelo. Muda la ciudad doliente. Muda la Naturaleza”.(3)
Y es en esa tarde triste del 12 de agosto de 1903, golpeado en el hondón de su alma por la partida de su amigo casi hermano, cuando don Federico pronuncia aquel memorable discurso panegírico del que todavía truena la ya célebre frase: “Esta América infeliz que sólo sabe de sus grandes vivos cuando pasan a ser sus grandes muertos”. 
¿De qué murió Hostos? Los médicos que lo asistieron durante los pocos días de su breve gravedad fueron connotados facultativos egresados de la Universidad de París: Francisco Henríquez y Carvajal, Arturo Grullón y Rodolfo Coiscou. Eran, además, amigos suyos, especialmente el primero. Grullón y Coiscou fueron sus discípulos aventajados. Conforme a la opinión profesional emitida por ellos, el Sr. Hostos ―¡cómo era respetado este hombre!― había muerto “de una afección insignificante a la cual hubiera vencido fácilmente cualquier otro organismo menos debilitado y, sobre todo, menos postrado por el profundo abatimiento moral que minaba hacía algún tiempo la existencia del insigne educador” (4)
Ese profundo abatimiento moral no tan sólo socavaba su salud física, sino también su salud espiritual, su ser más profundo, sus ganas de vivir, su deseo de seguir. Y ese mortal abatimiento lo atribuían sus amigos más íntimos “a la desesperanza de la redención de su patria nativa, Puerto Rico [ y al] rumbo proceloso y torpe por el cual impulsó la angustiosa vida de su patria adoptiva, la República Dominicana, la irreflexiva y funesta división de los elementos que dirigían el Estado a partir de la caída del Gobierno de Heureaux” (5). 
Y bajo esas circunstancias históricas sombrías es que tiene lugar la muerte de Eugenio María de Hostos. Pero hay una circunstancia que no es ni física ni política ni de otro tipo, sino moral-espiritual, que socava la vida del preclaro antillano. Pedro Henríquez Ureña, que había sido tocado tempranamente –en su adolescencia- por la magia envolvente del pensamiento hostosiano, la describe así: 
“Volvió a Santo Domingo en 1900 a reanimar su obra. Lo conocí entonces: tenía un aire hondamente triste, definitivamente triste. Trabajaba sin descanso, según su costumbre. Sobrevinieron trastornos políticos, tomó el país aspecto caótico, y Hostos murió de enfermedad brevísima, al parecer ligera. Murió de asfixia moral” (6).
NOTAS:
(1) "Eugenio M. Hostos. Biografía y bibliografía". Santo Domingo : Imp. Oiga..., 1905. Pág. 26.
(2) Adolfo de Hostos. “Muerte de Eugenio María de Hostos”. En su: "Tras las huellas de Hostos". Río Piedras, Puerto Rico: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1966. P. 75.
(3) Rev. "Clío", Santo Domingo, VII (XXXIV) : 47, marzo-abril, 1939.
(4) “Relación de la enfermedad, defunción, entierro y actos de duelo efectuados en honor del eminente educacionista”, en "Eugenio M. Hostos. Biografía y Bibliografía". Santo Domingo: Imp. Oiga..., 1905. 384 p. Ver: 2 ed. : Santo Domingo : Comisión Permanente de la Feria del Libro, 2003. Pág. 38. (“Ediciones Ferilibros”). 
(5) Idem, pp. 38-39.
(6) Pedro Henríquez Ureña, “Ciudadano de América”, en "La Nación" (Buenos Aires), 28 de abril de 1935. Reproducido en "Hostos. Moral social". Buenos Aires : Editorial Losada, 1939. Págs. 7-13. (Col. “Grandes Escritores de América”; No. 2).
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*Fragmento de mi conferencia sobre Eugenio María de Hostos dictada, en abril de 2015, en la Universidad de Syracuse, Estados Unidos de América.
FOTO: Los restos de Hostos en capilla ardiente en la Escuela Normal de Santo Domingo, fundada por él en 1880. (Archivos del Centro Dominicano de Estudios Hostosianos, CEDEH)
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miércoles, 3 de agosto de 2016

Origen de los conflictos domínico-haitianos a través de los discursos históricos y literarios

dcespedes[@]claro.net.do 
20 diciembre, 2014

( 3. Según lectura de los documentos)
Cuando las invasiones haitianas no dieron resultado, debido a la superioridad militar dominicana, luego del Tratado de 1874 en el gobierno de González y hasta el régimen de Ulises Heureaux la estrategia de Haití, y que le ha dado resultado hasta hoy, ha sido la de ir ocupando poco a poco, con sus habitantes, las tierras fronterizas.
Como el Estado santanista no se fundó con la noción de imperio, los gobernantes dominicanos, que sólo creen en su acumulación originaria a través del patrimonialismo y el clientelismo, por debilidad y falta de carácter, han ido reconociendo tal situación, verbigracia el lejano caso de Pouancey en 1680, como un hecho consumado, al extremo de que un hombre tan poderoso como Trujillo debió ceder, después de la matanza de 1937, 5 mil kilómetros cuadrados de territorios ubicados en San Rafael, Las Caobas, Hincha y Lamiel, ocupados desde los años 1874 por campesinos haitianos, a fin de evitar, fue la excusa, una confrontación. Hecho inconstitucional, puesto que nadie puede enajenar parte del territorio de la república, pero se quedó como un hecho consumado. (Véase el capítulo XXVIII de Historia de la cuestión fronteriza domínico-haitiana. SD: Sociedad Dominicana de Bibliófilos, 1988, pp.317-334, donde se narran los pormenores del tratado de 1898 y cómo Lilís se robó 200 mil pesos oro americano del préstamo haitiano de 400 mil y en la contabilidad figuró como si el Estado dominicano hubiese recibido 400 mil, cuando en realidad solo recibió 200 mil. Y esa diferencia la pagó luego nuestro país en tierras dominicanas a Haití. También véase de William Páez Piantini: 300 años de relaciones domínico-haitianas. SD:Mediabyte, 2007. 1ª ed. 2001) donde se ofrecen los pormenores del acuerdo entre Trujillo y el gobierno haitiano que puso punto final a los diferendos fronterizos.
La cesión territorial se hizo también para saldar una deuda de $ 400.000 pesos oro que el gobierno dominicano presidido por Heureaux le tomó en préstamo al gobierno haitiano con el fin de resolver problemas personales y oficiales del dictador (pago a Juan Vicini el Viejo, a Bancalari y otros miembros del frente oligárquico).

El ministro de Exteriores Manuel María Gautier solamente recibió la mitad del dinero y exigió que el Ministro de Hacienda diera acuse de recibo al gobierno de Haití por la suma de $400.000 pesos oro americano con lo que se limpió de toda acción dolosa y queda claro que Heureaux se quedó con los otros 200 mil pesos oro americano. El robo del dinero público deja huellas. Solo hay que saber seguirles el rastro.
La descripción objetiva de esta situación, según los documentos, ha producido una separación o abismo entre las dos repúblicas que ocupan la misma isla y los orígenes de estos conflictos, odios y divisiones, menos que culturales, religiosos o lingüísticos, obedecen a causas profundas de necesidad de legitimación de las clases gobernantes de ambas repúblicas que apelan a las pasiones y sentimientos primarios de los habitantes haitianos y dominicanos para implementar la dominación política y económica en su respectivo ámbito geográfico. Y todas las guerras habidas entre Haití y la República Dominicana son el producto de esos intereses de las clases sociales que se disputan el poder político. Estas guerras, citando a Paul Valéry, han sido siempre “una matanza entre gente que no se conoce, para provecho de gente que sí se conoce, pero no se mata entre sí.”

Los intelectuales de ambas repúblicas han jugado siempre un rol importantísimo en tanto productores y reproductores de los discursos ideológicos que atizan el odio, la discriminación racial, el etnocentrismo y la división entre las clases subalternas de ambas repúblicas para que se maten entre sí, se aborrezcan entre sí y sean mejor dominadas por las clases que encarnan el clientelismo y el patrimonialismo de esas dos porciones de humanidad que, como decía Américo Lugo, no pudieron crear un Estado nacional verdadero y han tenido que orbitar en torno a los Estados verdaderos, primero España, luego Francia y hoy los Estados Unidos de Norteamérica. Esta inexistencia de Estado nacional en Haití y la República Dominicana se debe por lo menos a la ausencia de veinte características que debe reunir un Estado nacional y a por lo menos seis ausencias sin las cuales un Estado nacional no existe. Estas son: ausencia de conciencia política, de conciencia nacional, de pertenencia a una comunidad, de ser sujeto o unidad personal, de conciencia de clase.
Otro intelectual ancilar de las clases gobernantes dominicanas, el poeta y periodista Emilio A. Morel decía, en 1927 o 1928, lo siguiente, según testimonio de Julio Alberto Hernández ofrecido a Luis Manuel Brito Ureña: “El asunto fronterizo/es una vieja cuestión/que nuestros sabios menean/cada vez que hay reelección.” (“El merengue y la realidad existencial de los dominicanos”. Moca: Unigraf, 1997, p. 31).
Esta es una verdad de Pero Grullo. Pero los odios y resentimientos, el racismo esmeradamente cultivado por las clases gobernantes de ambas porciones de humanidad, donde negros discriminan a negros, mulatos a negros y mulatos de distintas coloraciones de piel y tipos de pelo, blancos con el negro detrás de la oreja discriminando a todo el mundo, ideologías etnocéntricas y eurocéntricas ancladas en discursos de extranjeros que en el pasado vivieron, y en el presente viven, en ambos países, forman el laboratorio donde se fabrica el abono que posibilita los escarceos fronterizos, los odios migratorios y las divisiones entre los miembros de las clases subalternas, quienes carentes de los seis tipos de conciencia, son la presa favorita para la dominación que, desde 1804 y 1844 hasta hoy, ejercen los políticos clientelistas y patrimonialistas haitianos y dominicanos.

Duarte dijo que los dominicanos y los haitianos debían entenderse para la felicidad, el provecho y el bienestar de ambos pueblos en su lucha por ser independientes de toda potencia extranjera; Sánchez reivindicó el pensamiento de Duarte y entró, con el apoyo de Geffrard, porque no podía entrar desde Cuba o Puerto Rico, colonias españolas que ayudaban al sometimiento de Santo Domingo enyuntada a España por Pedro Santana; Luperón reivindicó el antillanismo de Betances, Hostos y Martí; los patriotas haitianos y dominicanos hicieron causa común ante la despiadada intervención militar a los dos pueblos por parte de los Estados Unidos entre 1915 y 1935.
Los políticos posteriores a Horacio Vásquez, tanto en Haití como en la República Dominicana, han pervertido la idea y la práctica de Duarte, Sánchez, Luperón y los combatientes antiimperialistas. Trujillo vio a Haití como una extensión del mercado interno de sus fábricas y propiedades; Balaguer y su proceso de industrialización vieron a Haití como un suplidor de mano de obra barata. Esa visión prima hasta hoy.
En el siglo XX los gobiernos dominicanos, sobre todo después de 1966, expulsaron a más de medio millón de dominicanos a un exilio económico forzoso. Como en este mundo no se dan cosas vacías, el vacío de esos dominicanos exiliados económicos en Estados Unidos, Puerto Rico y el resto del mundo lo han llenado los haitianos. Y cuando estalla en forma de bomba de tiempo la imprevisión propia de los Estados fundados en la exclusión del pueblo, se grita el peligro del lobo. Como otros gritan peligro amarillo, judío, musulmán, etc.


Fuente:http://hoy.com.do/origen-de-los-conflictos-dominico-haitianos-a-traves-de-los-discursos-historicos-y-literarios/
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